sábado, 10 de diciembre de 2016

Reseña: Violet y Finch, por Jennifer Niven

LA premisa de la que parte Violet y Finch es, cuanto menos, turbadora. La breve sinopsis que hay en la parte trasera del libro ("Violet está rota. Finch está roto. ¿Pueden dos mitades rotas reconstruirse? Esta es la historia de una chica que aprende a vivir de un chico que pretende morir; de dos jóvenes que se encuentran y dejan de contar los días para empezar a vivirlos") no da más que unas pinceladas de lo que se esconde en sus páginas. Porque el punto de partida es, efectivamente, el encuentro de Violet y Finch en una alta torre porque uno de ellos dos ha pensado suicidarse.


En el relato Violet está hecha pedazos porque no ha superado la pérdida de su hermana en un accidente de tráfico al que ella sí sobrevivió. Ambos personajes tienen como punto de partida dos personalidades manidas en las historias de instituto. Por un lado ella, que en su vida hasta el accidente cumple el canon de chica de instituto físicamente agraciada, popular y con un novio de sus mismas características. Y él, todo lo contrario. A Finch se le presenta como el canon de bicho raro de la clase con padres divorciados, que se salta los días lectivos sin aparente justificación y que parece vivir una vida paralela a lo que se considera una vida normal y ordenada.

Sin embargo, lo apasionante de esta lectura introducirse en el mundo de Finch. El punto del argumento donde las sendas de los protagonistas confluyen y avanzan como un único camino colabora en ello. El punto de vista vital de Finch tiene más profundidad convencional; eso que en la ficción tanto gusta y en la vida real se desprecia sin remordimientos. Incluso Violet y Finch, dentro de su locura, tiene ese rapapolvo de la necesidad de ser condescendiente con el que destaca porque no sigue al rebaño y de, sobre todo, aparcar el prejuicio. Finch es una constante de rebeldía general; como una representación del punto reprimido que todos tenemos, y del que hacemos muy poco uso, pero en un carácter constante.



El final es terrible y maravilloso a partes iguales y el libro está repleto de frases para subrayar y releer de vez en cuando, que casi dan para crear una violetyfinchpedia para aplicarnos a cada uno de nosotros ([...]"Si el ahora son dos días, entonces dos días es tu vida y todo lo que suceda estará en proporción". Nadie sabe cuánto tiempo tiene por delante, tal vez un mes, tal vez cincuenta años. Me gustaría vivir como si sólo tuviera por delante esos dos días). 

Merece la pena hacer referencia en este caso a la edición española del original. He leído y he visto numerosas reseñas donde el cambio no es bien recibido. All the bright places, además de ser un título totalmente distinto al español, cuenta con una portada en la que aparece una serie de postit relacionados con la historia. Sin embargo, en Violet y Finch predomina el blanco y hace, para mi gusto, dota a la edición de la delicadeza que transmite el escrito.

En cualquier caso, lo importante es que, en último término, Jennifer Niven ha escrito una historia de las que se quedan en la memoria y que cuando hablas de ellas lo haces con cariño.

2 comentarios:

  1. Hola!
    Cuando termine el libro me dieron ganas de llorar, y leyendo tu reseña esas ganas han vuelto.
    Muy buena reseña, me ha gustado.
    Besos y Feliz Año

    ResponderEliminar
  2. Hola, no conocía tu blog, pero desde ahora ya tienes una nueva seguidora.

    No he leído este libro, pero me lo apunto para futuras lecturas.

    Gracias por la reseña.

    Si te apetece conocer mi blog te espero en: Bibliotecaria Recomienda

    ResponderEliminar